El juez federal Sidney H. Stein autorizó que siga adelante la demanda colectiva por derechos de autor contra OpenAI y Microsoft, encabezada por George R. R. Martin y otros autores de renombre como John Grisham, Michael Chabon y Sarah Silverman. La decisión abre un nuevo capítulo en la batalla legal sobre cómo se entrenan y usan los modelos de inteligencia artificial generativa.
¿Qué decidió el juez?
A finales de octubre de 2025, Sidney H. Stein, juez de la Corte de Distrito del Sur de Nueva York, rechazó el intento de OpenAI de tumbar las reclamaciones clave de infracción directa de copyright relacionadas con los textos que genera ChatGPT.
Con esto, la demanda colectiva —parte de un litigio consolidado que incluye acciones del Authors Guild y de autores como George R. R. Martin, John Grisham, Michael Chabon y Sarah Silverman— seguirá su curso en los tribunales.
El juez consideró que las acusaciones están suficientemente detalladas: los textos generados por la IA podrían ser “sustancialmente similares” a tramas, personajes, tono y temas de las obras originales. Si eso se prueba en juicio, podría constituir una violación de derechos de autor.
El ejemplo de George R. R. Martin
Uno de los casos citados en el expediente involucra la saga “Canción de hielo y fuego”. Documentos de la demanda señalan que ChatGPT llegó a generar la idea de una novela llamada “A Dance with Shadows”, presentada como una especie de secuela alternativa de A Clash of Kings, con nuevos Targaryen, magia de dragones y líneas argumentales que recuerdan al universo creado por Martin.
Para Stein, este tipo de salida de la IA, si se demuestra que toma elementos protegidos más allá de lo permitido, puede ser un indicio de infracción y justifica que el caso se mantenga como acción colectiva.
¿Qué reclaman los autores?
Aseguran que sus libros se usaron sin permiso para entrenar la IA, que parte del material salió de bibliotecas pirata y que ChatGPT puede generar textos demasiado parecidos a sus obras, hasta el punto de imitar escenas e historias creadas por ellos.
Los demandantes buscan una compensación económica que podría llegar hasta 150.000 dólares por obra infringida, además de medidas para limitar cómo se utiliza su trabajo en futuros entrenamientos de IA.
Un “megajuicio” de la era de la IA
El caso de Martin no está solo. En 2025, distintos procesos de autores y medios contra OpenAI y Microsoft —incluyendo al New York Times— fueron unificados en Manhattan para evitar fallos contradictorios.
Bajo la supervisión de Sidney Stein se agrupan hoy demandas de novelistas, guionistas, periodistas y editoriales que acusan a las big tech de haber construido sus modelos con material protegido, sin permisos ni pagos.
La defensa de OpenAI y Microsoft: “es fair use”
OpenAI y Microsoft sostienen que el entrenamiento con grandes volúmenes de texto disponible en internet está amparado por el “fair use” (o uso justo) del derecho estadounidense. Aseguran que:
- El entrenamiento busca enseñar patrones de lenguaje, no sustituir a los libros.
- El aprendizaje es asociativo, porque los modelos no guardan fragmentos, sino estadísticas y relaciones entre palabras.
La resolución de Stein no decide aún si hay fair use o no. Solo declara que las afirmaciones de los autores son lo suficientemente fuertes como para llevar el caso a juicio.
Lo que viene en la demanda contra OpenAI
Con esta decisión, el caso entra en una fase clave:
- Identificación y análisis técnico de lo que se usó para entrenar a ChatGPT y qué tan similares son sus textos a los originales.
- Posibles convenios si dichas partes negocian licencias o regalías antes del juicio completo.
- Eventuales decisiones de fondo sobre si entrenar modelos con libros protegidos puede verse como uso legítimo.
Por ahora, lo que está claro es que George R. R. Martin y los otros autores han ganado una batalla legal importante: su demanda colectiva seguirá adelante y la industria de la IA deberá responder a la pregunta que todo creador se hace:
¿De quién es el material que crea una IA entrenada con nuestro trabajo?