El huracán Erick confirma una advertencia que los científicos llevan tiempo haciendo: la crisis climática está cambiando la dinámica de los huracanes. Al igual que fenómenos recientes como Otis (2023) y Milton (2024), Erick demuestra una tendencia preocupante: menos tiempo para prepararse, mayor destrucción y más víctimas.
Diversos estudios científicos coinciden en que el aumento de la temperatura de los océanos, causado por el cambio climático, es el principal factor detrás de estos eventos extremos. Según Benjamín Martínez López, investigador del Instituto de Ciencias de la Atmósfera y Cambio Climático de la UNAM, el océano acumula una gran cantidad de energía debido a su elevada temperatura. Esta situación ha sido ampliamente reconocida por especialistas que alertan sobre un incremento constante en la temperatura superficial del mar.
Erick se intensificó rápidamente, alcanzando la categoría 4 mientras avanzaba hacia la costa. Sin embargo, disminuyó su fuerza y tocó tierra como huracán categoría 3. Esta rápida intensificación, que duplicó su potencia en menos de 24 horas, fue posible gracias a condiciones atmosféricas ideales para su desarrollo.
El Centro Nacional de Huracanes reportó que en el último año hubo 34 casos de intensificación rápida, el doble del promedio histórico, lo que dificulta considerablemente el pronóstico y la preparación ante estos fenómenos.
Este aumento en la frecuencia y rapidez de huracanes impredecibles representa un reto importante para autoridades y comunidades. La necesidad de mejorar los sistemas de alerta, fortalecer la infraestructura y promover la cultura de prevención es cada vez más urgente para enfrentar huracanes más potentes y sorpresivos.