En junio de este año, Estados Unidos dio un golpe fuerte al señalar a tres instituciones mexicanas —CIBanco, Intercam Banco y Vector Casa de Bolsa— como foco de preocupación por presunto lavado de dinero vinculado al narcotráfico. Eso encendió alarmas. Al poco tiempo ya estaba metiéndose el Fondo Monetario Internacional (FMI) para decir que el sistema financiero mexicano tiene ciertas vulnerabilidades que hay que arreglar.
¿Cuál fue la reacción?
La Asociación de Bancos de México decidió tomar cartas en el asunto: identificaciones más estrictas, monitoreo de grandes movimientos en efectivo y la creación de una plataforma de intercambio de información entre bancos para ayudar a vigilar quién hace qué con el dinero.
Por ejemplo: a partir del 1 de julio de 2026, cualquier persona (física o moral) que quiera depositar o retirar en efectivo más de 140 000 pesos tendrá que identificarse y ser cliente del banco para hacer la operación.
También se busca que las transferencias internacionales sean entre cuentas bancarias identificadas y sin intermediarios complicados. Las empresas lo harán desde ya; las personas físicas tienen un plazo hasta junio de 2027.
¿Y qué significa esto para todos?
Que los bancos mexicanos reforzarán medidas antilavado implementando barreras en pro de reconocer quién está detrás de cada transacción. Las sanciones contra CIBanco, Intercam Banco y Vector ya generaron multas de más de 185 millones de pesos y la retirada de operaciones para esas entidades.
¿Por qué es importante?
Cuando el sistema bancario permite que grandes flujos de dinero circulen sin control, hay riesgo de que se infiltre dinero ilícito —y esto afecta a todos: la economía, la confianza y el riesgo país. El hecho de que haya presión internacional lo hace aún más urgente.
Además, los cambios implican para los clientes comunes que habrá más control en depósitos grandes, identificaciones más rigurosas y quizá un poco de espera o requisitos que antes no estaban tan visibles.
¿Y ahora qué sigue?
Que se implementen estos nuevos mecanismos, que los bancos los cumplan y que las autoridades monitoreen que realmente estén funcionando. Que el papeleo no sea solo para la forma, sino que se convierta en resultados concretos: menos lavado de dinero, más transparencia.
Y, claro, ver de qué manera el sistema bancario mexicano se fortalece para no depender de “rescates” o señalamientos externos como los de este año.