Los mercados volvieron a ser dominados por el nerviosismo. Las principales bolsas de valores estadounidenses y europeas terminaron la semana con grandes descensos, debido a que el sector financiero, uno de los más afectados por las crecientes tensiones entre China y EE. UU. y el miedo a nuevos impagos, sufrió un fuerte desplome.
En Europa, las acciones bancarias mostraron una disminución promedio de hasta un 3 %, mientras que el índice financiero del S&P 500 en Wall Street cayó alrededor de un 2.4 %. El panorama mundial vuelve a teñirse de rojo en un contexto donde la lógica de los fundamentales es superada por la desconfianza.
La presión se siente en Europa.
Los bancos se volvían a ubicar en el centro de la tormenta en las bolsas europeas. A raíz de los miedos a una desaceleración económica y el encarecimiento del crédito, entidades como Deutsche Bank, Santander y BNP Paribas vieron caer sus cifras.
Los analistas están de acuerdo en que la percepción del riesgo ha empeorado debido al reciente aumento de las tensiones comerciales entre Pekín y Washington. La percepción de que la economía mundial podría entrar en una nueva etapa de desaceleración se alimenta a través de las restricciones a las exportaciones tecnológicas, las sanciones cruzadas y la posibilidad de nuevas medidas arancelarias.
Según las estrategias de inversión, los inversores buscan refugio en deuda gubernamental o activos que se consideran más seguros, como el oro, mientras que las bolsas europeas siguen un tono “extremadamente cauteloso”. En lo que va del mes, el índice Stoxx 600 Banks, que incluye a los bancos más importantes de Europa, ha sufrido una disminución de casi el 7%.
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Wall Street también se ve afectada por el miedo.
El ambiente no es muy diferente del otro lado del Atlántico. Los grandes bancos de Estados Unidos también se vieron afectados gravemente en Nueva York. Los bancos regionales sufrieron descensos aún más marcados, mientras que JPMorgan Chase, Wells Fargo y Bank of America concluyeron con pérdidas de entre 2 % y 3 %.
La preocupación por el aumento de la morosidad y por la exposición de estas entidades a sectores con deudas, como el inmobiliario comercial, ha reavivado antiguos temores. Además de esto, las tensiones diplomáticas con China llevaron a un aumento del dólar y a una presión sobre otros activos de riesgo.
Los inversores, como resultado de las declaraciones de algunos funcionarios de Estados Unidos sobre nuevas regulaciones comerciales, redujeron su exposición en los sectores más delicados, como el financiero y el tecnológico, según Bloomberg Línea. La conclusión: una sesión volátil durante la cual el Dow Jones se dejó más de 400 puntos y el Nasdaq 100 perdió aproximadamente un 1.8 %.
Una tormenta con múltiples frentes
Pese a que las pérdidas en los bancos son la cara visible del día, el trasfondo es mucho más amplio. Desde la segunda mitad de septiembre, el conflicto comercial entre EE. UU. y China se ha intensificado, incluyendo amenazas de nuevos aranceles, sanciones en tecnología y bloqueos a inversiones estratégicas.
China, por su parte, contestó que está dispuesta a “luchar hasta el final”, lo que hace más fuerte la impresión de que no habrá una solución rápida para el conflicto. Esta tensión no afecta solamente al comercio, sino también a la confianza de los mercados financieros a nivel mundial, los cuales ya están dando señales de agotamiento.
Los bancos, que dependen en gran medida de la estabilidad crediticia, son los primeros en sufrir las consecuencias a medida que la liquidez disminuye y los rendimientos de los bonos aumentan. La incertidumbre geopolítica, la probabilidad de más impagos y la presión sobre sus márgenes constituyen una mezcla que evoca los días anteriores a otras crisis financieras.
Un equilibrio inestable
Los analistas están de acuerdo en que actualmente no existen indicios de un colapso sistémico, pero sí una evidente disminución de la confianza. Si las tensiones comerciales se agravan o los indicadores económicos revelan más debilidad, el sector financiero podría atravesar semanas complicadas.
Las autoridades monetarias de ambos lados del Atlántico están observando cuidadosamente. La Reserva Federal y el Banco Central Europeo han vuelto a reafirmar su compromiso con la estabilidad, pero tienen un margen de maniobra restringido, ya que las tasas de interés están en niveles altos.