En los últimos años, el mapa geopolítico y económico global ha comenzado a redefinirse con una claridad que pocos inversionistas pueden darse el lujo de ignorar. El orden unipolar dominado por Estados Unidos, que marcó la pauta desde el fin de la Guerra Fría, está dando paso a un nuevo equilibrio de poder: un orden mundial tripolar, en el que tres grandes bloques, China, Rusia y un debilitado Estados Unidos, compiten y colaboran en distintos frentes por influencia, recursos y liderazgo tecnológico.
Este reacomodo no solo tiene implicaciones diplomáticas o militares; afecta de manera directa las reglas del juego en los mercados financieros, la circulación de capitales, las cadenas de suministro globales y la forma en que las economías emergentes se insertan en el comercio internacional.
Según datos del Fondo Monetario Internacional (FMI), la participación del dólar estadounidense en las reservas mundiales de divisas ha mostrado una tendencia a la baja en las últimas décadas. En el tercer trimestre de 2023, el dólar representó el 59,2% de las reservas globales, una disminución desde niveles superiores al 70% a principios de los años 2000. Por otro lado, los países miembros del BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) han intensificado el uso de sus monedas locales en el comercio bilateral, como parte de una estrategia para reducir la dependencia del dólar. Según informes recientes (septiembre de 2024), aproximadamente el 65% del comercio entre estos países se realizaba en monedas locales, mientras que el uso del dólar y el euro cayó por debajo del 35%.
La nueva potencia geoeconómica: China
El proceso de apertura de China al mundo moderno comenzó en 1978, bajo el liderazgo de Deng Xiaoping, tras décadas de aislamiento económico durante la era de Mao Zedong. Deng impulsó una serie de reformas económicas conocidas como la «Reforma y Apertura«, cuyo objetivo era modernizar la economía china mediante la introducción de mecanismos de mercado dentro de un sistema socialista.
Hoy, los chinos denominan su política económica como un “Nuevo Orden socioeconómico con tintes socialistas”, que les ha valido para que se posicionen como la economía más grande en términos de poder de paridad de compra y el país con mayores reservas de divisas del mundo, lo cual le otorga una fuerte influencia en los mercados financieros globales.
La nueva potencia militar: Rusia
En 2024, Rusia destinó aproximadamente 109 mil millones de dólares a su presupuesto de defensa, representando el 5.9% de su PIB, ubicándose como el tercer país con mayor gasto militar a nivel mundial. Además, poseen el arsenal nuclear más grande del mundo, con un total de 4,299 ojivas nucleares en 2025. De estas, aproximadamente 1,710 están desplegadas estratégicamente, listas para su uso.
Rusia opera una tríada nuclear completa, incluyendo misiles balísticos intercontinentales, submarinos nucleares y bombarderos estratégicos, lo que le proporciona una capacidad de disuasión significativa que les valió para ganar la guerra con Ucrania, lo que en gran medida les proporciona acceso a las famosas tierras raras ucranianas; un conjunto de tierras que poseen los minerales más cotizados para el desarrollo de tecnología mundial.
Estados Unidos, una potencia con problemas internos
La imposición de aranceles generalizada por Trump podría ser un reflejo de un problema mayor en las finanzas públicas de ese país, pues se enfrentan a una deuda de más del 122% de su PIB, colocándose como el país más endeudado del mundo.
Ante la creciente influencia de China en el comercio Mundial, Trump necesita proteger su industria nacional (y, por lo tanto, sus cadenas de suministro) y al mismo tiempo, reducir la deuda que ya enfrenta su propio país, de ahí la idea de traer todos sus procesos productivos de vuelta a casa con una medida agresiva y peligrosa, ya veremos si útil.
¿Qué podemos esperar como inversionistas?
Volatilidad y más volatilidad. En un entorno tan cambiante la volatilidad siempre se hace presente. Los mercados bursátiles son los más afectados en una política de guerra arancelaria, y, en un escenario en el que vemos disminuir la influencia mundial de Estados Unidos en el largo plazo, podríamos ver también una caída en el valor de las acciones de su industria en el corto plazo. Con lo cual es prudente tomar las siguientes decisiones defensivas:
- Incrementar posición en Activos Refugio: Oro, plata, petróleo y bonos de países con alta neutralidad (Suiza, Noruega, Singapur).
- Diversificación real: salir de la sobreexposición al S&P 500 y buscar activos con baja correlación.
- Priorizar inversión temática: energía, defensa y tecnología militar, ciberseguridad, soberanía alimentaria.
