El T-MEC atraviesa uno de sus momentos más delicados desde su entrada en vigor. Con los aranceles impuestos por Estados Unidos dedicados al acero y aluminio, México propuso adelantar la revision del tratado para 2025.
Estados Unidos elevó al 50 % los aranceles al acero y aluminio mexicanos, el doble de lo acordado originalmente. Esta decisión, tomada bajo el argumento de proteger su industria nacional afectó directamente a las exportaciones mexicanas, que cayeron un 3 % en abril. Empresas clave como Deacero y ArcelorMittal resienten el impacto. El secretario de Economía Marcelo Ebrard, busca negociar una excepción o un cupo libre de aranceles que permita mantener la competitividad en este sector.
A la par de esta tensión, la revisión del T-MEC se adelantará a la segunda mitad de 2025. Aunque estaba programada originalmente para 2026, México propuso esta modificación para despejar incertidumbres, atraer inversión y reforzar su papel como socio confiable en América del Norte.
Retos y señales mixtas para la inversión
El país participa en casi el 15 % del comercio total de Estados Unidos, y más de la mitad de su PIB depende de las exportaciones, lo que le otorga una base sólida para sentarse a negociar. Sin embargo, organismos como el FMI han alertado sobre una posible contracción del 0.3 % en la economía mexicana en 2025, alimentada por la incertidumbre comercial y los riesgos geopolíticos globales.
Además de los aranceles, EE.UU. acusa a México de imponer barreras que dificultan el comercio. El informe de la Oficina del Representante Comercial de EE.UU. (USTR) señala obstáculos en sectores como energía, telecomunicaciones, salud, agricultura y propiedad intelectual. Estas restricciones, si bien responden a políticas internas, afectan las reglas del juego para los inversionistas estadounidenses y erosionan la confianza entre socios comerciales.
A pesar de todo, México reportó cifras históricas de inversión extranjera directa en el primer trimestre de 2025, con más de 21 mil millones de dólares, un aumento del 5.4 % respecto al año anterior. Esta resiliencia se explica por el interés de diversas industrias en el modelo de “nearshoring”, donde la cercanía geográfica con Estados Unidos y una fuerza laboral competitiva hacen de México un destino atractivo para relocalizar cadenas de suministro.
El futuro del T-MEC y el papel de México en la región
El gobierno de Claudia Sheinbaum lanzó el “Plan México” para fortalecer la industria, atraer inversión y reducir la dependencia de insumos asiáticos. El plan incluye incentivos fiscales para pequeñas y medianas empresas, así como mejoras en infraestructura logística. Aunque ambicioso, su éxito dependerá de mantener estabilidad política, claridad regulatoria y un entorno internacional más predecible.
El efecto de toda esta dinámica en México es profundo. Los aranceles encarecen insumos clave para industrias como la automotriz y la construcción, lo que podría frenar exportaciones y afectar el empleo. Al mismo tiempo, las barreras regulatorias generan tensiones que, si no se resuelven, pueden poner en duda los beneficios del tratado. La revisión del T-MEC será una oportunidad para ordenar este entorno y recuperar la confianza.
Los inversionistas deben apostar a la diversificación geográfica, monitorear muy de cerca cualquier cambio en las negociaciones del T-MEC y poner especial atención a los sectores relacionados con infraestructura , logística y manufactura regional. A mediano plazo, México sigue siendo un socio estratégico clave en América del Norte, pero su atractivo dependerá de su capacidad para mantener reglas claras, relaciones comerciales estables y una política industrial coherente.