La OCDE anticipa una desaceleración global

El motor de la economía se debilitará a causa del enfriamiento de las inversiones, la reducción de las actividades de los consumidores y la disminución del comercio.
La OCDE anticipa una desaceleración global mientras los bancos centrales refuerzan sus reservas de oro

En los próximos años, la economía global experimentará un período de menor empuje. La OCDE es quien advierte de esta manera, anticipando que el crecimiento global caerá del 3.2 % en 2025 al 2.9 % en 2026, para después tener una ligera recuperación hacia 2027. De acuerdo con la entidad, el motor de la economía se debilitará a causa del enfriamiento de las inversiones, la reducción de las actividades de los consumidores y la disminución del comercio. A esto se le añade un contexto caracterizado por tensiones en términos de aranceles, incertidumbre política y la amenaza de que los mercados financieros experimenten ajustes más drásticos de lo anticipado.

Naciones como México también se verán afectadas por esta desaceleración. La OCDE ha reducido sus pronósticos y ahora calcula que la economía mexicana aumentará solo un 0.7 % en 2025 y un 1.2 % en 2026; estos números muestran el efecto de un ambiente global más estático y las limitaciones internas para acelerar el crecimiento. El mensaje es claro: el mundo entra en un periodo de mayor precaución económica, en el que tanto las compañías como los gobiernos tendrán que afrontar un contexto más incierto y retador.

Los bancos centrales compran cada vez más oro

Mientras esa situación se establece, sucede algo importante al mismo tiempo: los bancos centrales están elevando la adquisición de oro a una velocidad inusual. En el tercer trimestre del año 2025, solamente compraron 220 toneladas netas, lo que significó un incremento del 28 % en comparación con el trimestre anterior. Esto es sorprendente porque, a pesar de que el oro tiene precios históricamente elevados, las autoridades monetarias continúan invirtiendo en él. En realidad, el 95 % de los bancos centrales tiene previsto incrementar sus reservas en los siguientes meses, según una encuesta del World Gold Council. Esto es un indicio claro de que el oro vuelve a considerarse como un pilar de estabilidad.

Este comportamiento tiene una base tradicional pero efectiva: si los mercados financieros son inestables y las monedas están expuestas a cambios repentinos, el oro actúa como un refugio seguro. Su valor no se ve alterado por las decisiones políticas contemporáneas y tiene un historial de ser resistente en contextos de crisis en el comercio, inflación elevada o inestabilidad geopolítica. Para numerosas naciones, fortalecer sus reservas es una manera de protegerse contra un mundo que va hacia un crecimiento más lento y potencialmente más peligroso.

El que la demanda de oro por los bancos centrales esté aumentando y el pronóstico de desaceleración de la OCDE coincidan no es casualidad. Los dos fenómenos se nutren entre sí. La búsqueda de seguridad por parte de los gobiernos, debido a la expectativa de un crecimiento mundial más débil, hace que el oro recupere su protagonismo. Al mismo tiempo, el gran requerimiento de oro tiene el potencial de mantener o incrementar su precio durante un ciclo en que la incertidumbre económica hace más atractivo al refugio por excelencia.

Parece que el año 2026 será menos dinámico para la economía mundial, aunque más cauteloso en términos de decisiones estratégicas. En un mundo donde el comercio está en declive, la inversión se enfría y los riesgos crecen, los bancos centrales parecen transmitir un mensaje callado pero potente: es hora de prepararse. Y, como ha sucedido en la historia muchas veces, el oro vuelve a tener un rol central en esta estrategia de protección.